Aunque ya en 2013 el mate había sido declarado "infusión nacional" por el Congreso de la Nación, fue el 30 de noviembre de 2015 la primera vez que se celebró el Día Nacional del Mate, después de que se publicara en el Boletín Oficial la ley sancionada el 17 de diciembre de 2014.
La fecha fue escogida para conmemorar el nacimiento de Andrés Guacurari y Artigas, un caudillo guaraní que fue de los primeros líderes federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el único gobernador indígena de la historia argentina.
El mate también se prepara en Uruguay y en Brasil, en el sur brasileño se lo llama "cimarrão" y generalmente se bebe amargo. En Paraguay, se llama "tereré" y es una mezcla de agua fría con yerba mate, otras hierbas y cítricos.
LECTURA ALUSIVA AL MATE
Cuando digo que soy argentina, la primera pregunta que me hacen es “¿y tomás mate?”. Esa es fácil de responder y lo hago simplemente con un “Si”. Pero cuando me preguntan “¿Qué es? ¿Qué gusto tiene?” ahí me la complican, porque el mate no se puede explicar. El mate no tiene un gusto determinado, el gusto del mate depende del momento en el que uno lo tome. El mate no es rico por sí mismo, el mate es rico por lo que representa, por lo que se comparte, por el momento en el que se toma. El mate es un sentimiento, una tradición, una compañía y por eso, no se explica, se vive.
En Argentina tomar mate es una costumbre que tenemos todos, en realidad casi todos, aunque les confieso que para mí, no son tan argentinos, aquéllos que no toman mate. El mate puede ser amargo o dulce. Eso es cuestión de fanatismos, pero para mí, el mate es amargo. Amargo como la vida, dicen por ahí.
Se dice que si el mate es lavado y sin gusto, es sinónimo de desgano, si está hervido, de envidia, si se sirve por la izquierda es falta de respeto, si tiene espuma, significa aprecio. Se han escrito muchos significados del mate, pero tal vez para mi, de todo lo que he leído sobre él, el que mejor explica “qué es el mate”, es un texto que me regaló mi mamá, Alicia, una gran tomadora de mate como yo.
Es en este texto, que comparto con Uds, el que expresa a mí entender, la verdadera filosofía del mate. Espero les guste, y se emocionen tanto como cuando yo lo leí, recordando aquellas tardes de charla, mate, lluvia y torta fritas, con mi mamá que está en Argentina, es decir, en casa.
¿Tomamos unos mates?
De Lalo Mir en el programa “Lalo Bla Bla” radio Mitre
El mate no es una bebida. Bueno, si. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión, te hace conversar si estas con alguien y te hace pensar cuando estas solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es “hola” y la segunda “¿unos mates?”.
Esto pasa en todas las casa. En la de los ricos y en la de los pobres.
Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas y pasa entre hombres serios o inmaduros.
Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
En lo único en lo que nos parecemos las victimas y lo s verdugos; los buenos y los malos.
Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando tu hijo, tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.
Cuando conoces a alguien por primera vez, te tomas unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: ”¿Dulce o amargo?”. El otro responde:”Como tomes vos”.
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.
La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Este es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates solos. No es casualidad. No es porque si. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O esta muerto de miedo, o esta muerto de amor, o algo; pero no es un día cualquiera.
Ninguno de nosotros no acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores.
Es la solidaridad de bancas esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablas mientras el otro toma y es la sinceridad para decir:”Basta, cambia la yerba!”
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar, estúpidamente, “¿está caliente, no?”.
Es la modestia de quien ceba el mejor mate,
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia de uno por uno.
Es la obligación de decir “gracias”, al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
Información adicional en: https://www.cultura.gob.ar/historia-mitos-y-secretos-del-mate_6821/